martes, 14 de abril de 2020

DE LOS NEGOCIOS, IGLESIAS Y ESCUELAS AL MUNDO DIGITAL

Por César Sánchez Martínez / LIMA

Todos lamentan las consecuencias funestas que ha traído la crisis sanitaria global, pero pocos ven en ella la nueva oportunidad de vida, usos y costumbres para los negocios, centros laborales, escuelas y hasta iglesias. Desde hace una década pocos negocios se animaban a desarrollar con fuerza el denominado “teletrabajo”, ahora obligados por las circunstancias lo están haciendo. También sólo algunas escuelas y universidades tenían cursos y programas a distancia y clases virtuales, hoy en día, casi todos lo hacen ante la nueva realidad ocasionada por el COVID-19.
En los grandes congresos, cumbres y convenciones empresariales en el ámbito internacional, se hablaba que la transformación digital era una realidad y que la transformación organizacional sólo era cuestión de tiempo, pues bien, ese tiempo ya ha llegado. Obviamente, que algunas empresas están mejor preparadas que otras, pero es la nueva realidad que vivimos, aquella de transacciones financieras en línea, uso de plataformas digitales, compras “on line”, negocios digitales, etc. Hasta los medios de comunicación han ingresado a esta etapa. Al final de todo, la crisis sanitaria global ha acelerado el cambio generacional.
Las reuniones de grupos en línea mediante diversas plataformas y aplicaciones, el trabajo desde las casas, las entregas de productos a domicilio, las transacciones financieras y pagos de servicio en línea, las teleconferencias,  los cultos religiosos mediante redes sociales, el cine y otras actividades culturales vistos ahora en plataformas digitales, la lectura de libros y revistas asequibles de bibliotecas públicas y privadas, las consultas médicas en línea, las videollamadas, el acceso a películas y música en la red,  etc., etc., nos ha colocado de manera rápida en el mundo de la imagen y el video mediante el internet.
Obviamente que nuestro mundo ya no será el mismo después que pase la crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus, definitivamente será mejor y al mismo tiempo más complejo. Por cierto, habrá algunas mentes conservadoras que se resistan al cambio, pero si todo está cambiando, también debemos hacerlo nosotros. Las empresas que no cambien están condenadas al fracaso. De la misma manera, aquellas personas que se resistan al cambio, perecerán y la oportunidad de la vida, pasará como quien ha perdido un vuelo de avión, con la salvedad, tal vez, que no habrá otra oportunidad.
Ya no hablemos de la transformación digital, sino que nuestra discusión sea cómo nos adaptaremos a los cambios y qué ventajas hay en la nueva forma de hacer negocios y como se han transformado los servicios de salud y educación. Ahora los clientes no sólo están en la calle, están también en la red y son cada vez, un mayor número. Los negocios virtuales crecerán y serán una tendencia, escribiendo en términos de la comunidad digital.
Hasta el medio ambiente ha mejorado en muchas ciudades del mundo. El aire es más puro, existe menos polución ambiental, el transporte público es limitado y hasta se habla ahora de electrificarlo como ocurre en varias ciudades del mundo, básicamente en Europa, Japón y China.
La crisis, como cualquiera de ellas, ha creado nuevas formas de negocios, la entrega a domicilio es uno de ellos, no sólo de alimentos, sino de diversos productos. Ya no es necesario invertir en pasajes y hospedaje para una reunión con personas de diversas ciudades, basta las reuniones grupales virtuales. Eso significa ahorro de dinero y menos contaminación ambiental.
En el ámbito religioso, las iglesias se “reúnen” de manera virtual. Los feligreses no están juntos en un lugar, desde sus hogares participan de las liturgias, servicios, prédicas, misas y estudios bíblicos. Las ofrendas no han menguado, porque quienes lo hacen por responsabilidad, simplemente siguen contribuyendo con sus aportes y ofrendas en línea. Al final de todo, la iglesia no es el edificio o local de ladrillo y cemento, sino las personas. Jesús dijo: “Donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”. Es una realidad que no se puede ocultar. Hemos pasado de la aldea global al mundo digital.
En mi época de estudiante, aprendí algo que ocurrió en los años sesenta, pero que hoy es una realidad. El término de “Aldea Global” que fue acuñado por Hebert Marshall McLuhan, mentor de muchas escuelas de Periodismo y Comunicación, hoy en día ya forma parte de la vida de la humanidad. Después este concepto lo recogió y confirmó la UNESCO mediante el informe MacBride que la fortaleció para un mundo en pleno proceso de cambios y globalización en la década de los ochenta. Esa comisión estuvo integrada por el irlandés, Sean MacBride, que la presidió y conformado por el Nóbel colombiano Gabriel García Márquez, el chileno Juan Somavia y el japonés Michio Nagai, entre otros connotados comunicadores y periodistas de la época. En la actualidad esa aldea global es la “casa común” que alude el Papa Francisco.
Termino estas líneas con las palabras de Marshall McLuhan: “La mayoría de las personas viven en una época anterior, pero uno debe vivir en su propio tiempo”. 

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