jueves, 31 de mayo de 2012

¿FINANZAS POPULARES O MICROFINANZAS?

Por César Sánchez Martínez

En los últimos años, la industria microfinanciera peruana ha sufrido serios cambios que ha permitido que los directorios y gerencias asuman nuevos roles ante un mundo cada vez más globalizado, pero contradictoriamente menos inclusivo.
Las instituciones microfinancieras (IMF), especialmente las cajas municipales, cooperativas de ahorro y crédito, y organizaciones no gubernamentales (ONG), desde hace más de 30 años, vienen incursionando con éxito en el ámbito de las microfinanzas, pero con mayor presencia en las zonas urbanas y urbano-marginales.
Por ejemplo, la obra pionera de la Caja Piura, el trabajo inicial de la Cooperativa Educoop, el esfuerzo del IDESI (Instituto de Desarrollo del Sector Informal) o el programa de Economía Solidaria de World Vision (Visión Mundial, Institución cristiana evangélica) o de ADRA OFASA (Iglesia Adventista), éstos dos últimos mediante los ahora denominados “bancos comunales”, han quedado para las memorias y anécdotas.
La constitución de la Federación Peruana de Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (FEPCMAC) y luego de la ASOMIF (Asociación de instituciones de Microfinanzas del Perú)  y el consorcio  de ONG, PROMUC (Promoción de la Mujer y la Comunidad) han contribuido significativamente para la inclusión social y financiera de miles de informales emprendedores que nacieron en las décadas del 60 y 70, años de inicio de las crisis económicas en el Perú y como consecuencia de la funesta administración del mal llamado “gobierno de las Fuerzas Armadas o gobierno revolucionario” que lideró el Gral. EP Juan Velasco Alvarado.
Resultado de ese desborde popular como lo escribiese José Matos Mar o en la jerga de Hernando de Soto en “El otro sendero” o “Misterio del capital”, las microfinanzas peruanas ya cumplieron un ciclo. Tienen algo más de 30 años y su aporte al desarrollo social peruano nadie lo puede poner en duda.
Han contribuido con la reducción de la pobreza; han generado nuevos y mayores puestos de trabajo; han ayudado a la formalización de miles de negocios; han contribuido al fisco con sus impuestos y el de sus clientes; han acompañado al crecimiento de cientos de empresas hasta las puertas de los bancos; han enseñado y  capacitado mediante la educación financiera a miles de empresarios; han formado profesionales especializados en microfinanzas, de tal manera que muchos de ellos trabajan en bancos y en el extranjero; han preparado a los empresarios de las PYME y MYPE para que los bancos comerciales puedan ingresar a ese sector que antes no les era atractivo; Han desarrollado diversas tecnologías crediticias inclusivas; en fin, la lista es larga y los beneficios para el crecimiento de la economía también.
Por algo, las microfinanzas peruanas son líderes en el mundo y gozan de un buen prestigio y excelente reputación. Hasta el Premio Nobel, Mohamed Yunus, conocido como el “Padre de las microfinanzas” por su trabajo en Bangladesh, se admiró y valoró el trabajo de las IMF peruanas.
Pero ahora, el proceso de globalización exige cambios profundos en los modelos. Más que de microfinanzas, las propias IMF peruanas han desarrollado un modelo muy a la peruana de finanzas populares y solidarias. Se trata de un nuevo modelo de desarrollo que los propios protagonistas de las microfinanzas anhelan y buscan.
Este nuevo modelo de “finanzas” ha demandado un también nuevo enfoque para la inclusión financiera. Es decir, ya no se trata del simple microcrédito (razón de ser de las IMF), sino de las finanzas populares y solidarias que tiene su propia tecnología crediticia, estrategia, planes y dinámica.

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