Por César
Sánchez Martínez / LIMA
Se realizó
el 29 de julio la 14º Ceremonia de Acción de Gracias por el Perú donde la
iglesia evangélica exigió la construcción de una sociedad más justa, equilibrada
y pacífica, basándose en la reconciliación de todos los peruanos, evitando los
conflictos y pleitos que muchas veces paraliza el desarrollo social y personal. En palabras
del predicador de turno, el pastor y periodista Oscar Suárez Becerra,
presidente del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) y ministro de la
Iglesia del Nazareno de Comas, “nuestro país no necesita más odios y riñas.
Debemos ser instrumentos de paz y al mismo tiempo de Dios”. Añadió en su
mensaje que urge un compromiso para hacer lo correcto.
Esas
palabras no solamente fueron dirigidas a la sociedad peruana, sino también a la
iglesia evangélica que aún no vive la unidad que demanda Dios a través del
apóstol Pablo en su carta a los efesios cuando afirma “solícitos en guardar la
unidad del Espíritu en el vínculo de paz” (Efesios 4:3).
En la
ceremonia religiosa no participó la denominación “Movimiento Misionero Mundial”,
que es una de las grandes congregaciones y una de las más numerosas, por citar
un ejemplo. Aunque si estuvo presente el fundador de las ceremonias desde el
año 2006 (Miguel Bardales Inga), no tuvo participación alguna, ni antes, ni después.
Fue un creyente más entre la multitud. También el congresista Julio Rosas
Huaranga y el político Humberto Lay Sun, fundador del grupo político “Restauración
Nacional”, no asistieron. Se puede aducir “viajes” y motivos de “enfermedad”,
pero sus ausencias fueron notorias.
El predicador
demandó una sociedad con valores éticos con la finalidad de influenciar sobre
la corrupción y evitar actos que violen las normas democráticas de una sociedad
más justa. Pero ni siquiera aceptan una opinión contraria, de qué valores se
habla. ¿Dónde está la tolerancia, parte del fruto del Espíritu Santo? Acaso el
apóstol Pablo no menciona en Efesios 4:2 “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos
con paciencia los unos a los otros con amor”.
El pastor Suárez
Becerra basó su exposición en el texto de Proverbios 6:16-19 donde el sabio
Salomón dijo que “Hay seis clases de gente, y puede añadirse una más que Dios
no puede soportar. La gente orgullosa, violenta, mentirosa, malvada, la gente
ansiosa de hacer lo malo y aquella que miente en un juicio, y la que provoca
pleitos familiares”. Dijo a todo el país que todos ellos son “promotores de
peleas. Son siete pecados”. El mensaje no sólo tiene que ver con quienes crean
disturbios callejeros, peleas entre políticos y entre los peruanos, especialmente
los “antis” que mucho daño viene causando en el Perú, dañando muchas vidas.
Como se sabe,
la Ceremonia de Acción de Gracias por el Perú se realiza anualmente desde 2006
y es refrendada por el Decreto Supremo 069-2017 que dispone la concurrencia del
jefe de Estado a la ceremonia protocolar que organiza la iglesia evangélica en
el marco de las actividades oficiales por Fiestas Patrias. Esta actividad fue
ratificada por el Decreto Supremo 030-2018 que establece que la asistencia del
presidente de la República será el día 29 de julio de cada año.
En esta 14º
Ceremonia de Acción de Gracias por el Perú, el presidente de la República
concurrió con su gabinete ministerial liderado por el presidente del Consejo de
Ministros, Salvador Alejandro Jorge Del Solar Labarthe. Pero con la excepción de un par de
congresistas, no vino el titular del Congreso como siempre lo hizo. Tampoco lo
hizo la vicepresidenta Mercedes Aráoz Fernández, también congresista de la
República. El mensaje presidencial un día antes que propone adelantar las
elecciones generales ha generado un malestar entre los parlamentarios.
La ceremonia
se realizó en el Centro de Convenciones de Las Asambleas de Dios del Perú,
ubicado en Pueblo Libre, denominación que en agosto próximo cumplirá sus primeros
100 años de fecunda labor cristiana.
¿Cuál es la
principal lección que se puede obtener de esa actividad protocolar? Hay que
vivir lo que se predica. Si la iglesia evangélica quiere buscar la unidad de todos
los peruanos, deberá aprender a tolerar con paciencia todas las voces. Aún
aquellas que no están de acuerdo con nosotros.
Debe
cuestionar a los lobos disfrazados de pastores, que ejercen un caudillismo en
sus congregaciones, como lo hemos visto con el señor Santana que hasta quiso
comprar el estadio del club Alianza Lima.
La iglesia
evangélica debe cuestionar, como lo hacían los profetas en la Biblia a todos
los engañadores que confunden y se aprovechan de los feligreses. Congregaciones
que se obtienen como “herencia”. Los hijos heredan los puestos principales de
los padres. Eso es corrupción. Nos guste o no, eso se llama corrupción y la
iglesia evangélica debe marcar distancia con todo aquello que no proviene de
Dios.
El pastor
Oscar Suárez culminó con parte de la oración de San Francisco: “Oh, Señor, hazme un instrumento de tu paz.
Donde hay odio, que lleve yo el amor. Donde haya ofensa, que lleve yo
el perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la unión. Donde haya
duda, que lleve yo la fe. Donde haya error, que lleve yo la verdad. Donde
haya desesperación, que lleve yo la alegría. Donde haya tinieblas, que
lleve yo la luz”.
¿Podrá iglesia evangélica vivir
en armonía y paz como predica? ¿Para la próxima ceremonia de acción de gracias
podrá haber sido capaz de reconciliarse entre todos? Que no reine la indiferencia,
sino el amor, porque en ello se basa el mensaje que Jesús hizo en la cruz.
Volvamos a nuestras raíces y que reine siempre el amor.
El autor es periodista
especializado en Economía y consultor en temas de Liderazgo y Educación
Emprendedora. Tiene más de mil artículos publicados sobre diversos temas de su
especialidad y tiene 45 años en la Primera Iglesia Bautista del
Callao, donde es miembro del equipo ministerial de su congregación. Trabaja con
los profesionales y jóvenes mayores en el Ministerio PABLO; y es responsable de
una pequeña Iglesia Bautista en Las Lomas de Ventanilla, una zona marginal de ese
distrito.
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