Jorge Olcese Fernández |
Por Jorge Olcese Fernández / LIMA
ARTÍCULOS Si bien un
elemento destacable es el referido a la “educación financiera”, queremos
resaltar que es conveniente nuevas acciones y que se reorienten las medidas
prácticas, por lo que coincidimos con el criterio y la orientación que indica
David Tuesta que dice: “Una política de educación financiera busca que los
individuos cuenten con habilidades que les permita manejar adecuadamente sus
recursos, discernir entre variedad de productos financieros y elegir
convenientemente, con el objetivo último de mejorar el bienestar económico” de
las familias y de los ciudadanos de un país. En función
de ello, agregamos que las medidas no solo deben enfatizar en clases de
educación financiera, sino de introducir medidas y acciones que tengan en
cuenta una buena gestión de los recursos y de los productos financieros, es
decir enfocados en la gestión de los riesgos, en especial del riesgo de
incumplimiento de los pagos así como de la calificación crediticia del sujeto
de crédito derivado de dicho incumplimiento.
Es que en muchas ocasiones estos componentes
o variables trabajan en contra de una eficiente inclusión financiera.
Entonces es
necesario “reorientar” este elemento de la educación financiera.
Por supuesto
que agregar que las medidas son más efectivas cuando se focalizan y se
especifican en función de las características de cada colectivo, es decir, de
personas, de familias, y en especial, de las micro y de las pequeñas empresas.
Y es que en estos estratos de la sociedad es donde se puede tener más impacto
positivo de una eficiente inclusión financiera. Es necesario apuntar a elevar
la elegibilidad de los miembros del hogar y de sus microempresas, para acceder
al financiamiento formal. Por eso es que las medidas y actividades deben ser
diferenciadas en función de sus propios requerimientos de información y de reforzar
sus oportunidades de mejora en las economías de los hogares de menores ingresos,
en especial enfocados en su bienestar económico.
Entonces la
educación financiera se va reorientando hacia una mejor, más precisa y efectiva
focalización de las medidas, que las hagan más eficientes para la inclusión
financiera.
Si este es
el objetivo el manejo de la información también se convierte en una
reorientación, y aquí es donde se incorporan las variables de cumplimiento de
pagos y de la gestión de los riesgos del crédito.
Con
información financiera bien explicada, analizada para ayudar a interpretarla y
ampliamente difundida y transparentada. La información “per sé” no es
suficiente, si bien la educación en asuntos de ahorros en bancos y de finanzas
personales y empresariales (al nivel de los más vulnerables) son necesarias y
bienvenidas en un escenario nacional que muy poco cree en estos medios porque
prefiere realizar sus transacciones en efectivo, es requisito complementario
que ésta sea analizada y explicada con una orientación a resaltar el valor
agregado que se puede conseguir con ella.
En concreto,
el nuevo enfoque que aquí pretendemos impartir es que las medidas que se
implementen deben ser el impulso para hacer que más personas (naturales y
jurídicas) sean buenos sujetos de crédito, para ser incluidas en las
transacciones del sistema financiero. En otras palabras: estas orientaciones
deben estar enfocadas más en la oferta de los servicios (en su más amplia concepción)
que en la demanda de ellos. Este es un nuevo enfoque de la “educación
financiera”; poner acciones concretas para reforzar la “formación técnica”; muchos
de estos esfuerzos deben reorientarse hacia los emprendedores, acompañando sus
esfuerzos y mitigando sus vulnerabilidades; si no hacemos que más personas sean
buenos sujetos de crédito no se logrará que sean incluidos en las transacciones
del sistema financiero.
Y el primer
paso en esta orientación es trabajar para que los posibles usuarios de los
espacios más vulnerables entiendan y perciban que lograrán un mayor valor
agregado con su inclusión. Hay que tener en cuenta que en el Perú el elevado
porcentaje de las poblaciones y hogares que se encuentran en la informalidad
frena sus transacciones y por ende la bancarización e inclusión financiera.
¿Cómo se
promueve el entendimiento de aumentar su valor agregado? Empecemos con el
siguiente dato: solo UNA de cada CUATRO MYPE acceden a créditos del Sistema Financiero
formal, siendo las principales barreras la informalidad y el desconocimiento
(información).
Para hacer
más perceptible el valor del manejo de la información dentro del componente de
la educación financiera, aquí enumeramos algunas propuestas, dirigidas hacia los
usuarios directos como hacia los proveedores y analizadores de la información.
·
Formaliza
el ahorro como medio para estabilizar eventuales eventos adversos en ingresos
y/o gastos.
·
Otorga
más información sobre el comportamiento de sus pagos de sus deudas y sus
posibilidades de obtener nuevos créditos.
·
Otorga
conocimiento de los comportamientos de pagos de terceras personas.
·
Ayuda
en la definición de nuevas facilidades de crédito alineadas con las reales
necesidades de bienestar y de las capacidades de los ciudadanos. (sin
garantías)
·
Permite
realizar una mejor evaluación del potencial cliente crediticio para ajustar sus
pagos a sus ingresos.
·
Logra
establecer servicios crediticios con menores costos.
·
Promueve
el acceso a los servicios de crédito para los ciudadanos en zonas alejadas o
rurales. (asociatividad proactiva).
·
Facilita
las compras para ampliar las posibilidades de mayores beneficios de las
personas y de sus familias. (Compras de electrodomésticos, de materiales de
construcción, de bienes durables).
·
Abre
oportunidades para financiar con créditos nuevas actividades comerciales y la
diversificación de los ingresos.
·
Facilita
la realización de compras, gastos e inversiones de capital.
·
Facilita
y agiliza la realización de transferencias de dinero.
·
Amplía
las oportunidades para aplicar una eficiente digitalización de las operaciones.
·
Evita
la financiación de agiotistas o de financistas informales caros e inseguros.
·
Asegura
una real descentralización de los pagos y de las operaciones financieras a
través del sistema financiero supervisado.
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