CÉSAR SÁNCHEZ MARTÍNEZ Autor de la nota. |
Para algunas
“escuelas” el liderazgo es autoridad, poder y posicionamiento. Para nosotros es
más que eso. Es influencia, servicio, ejemplo y ética. Si tenemos que resumir
en una palabra qué es el liderazgo, simplemente diríamos que es influencia en
el sentido más amplio de la palabra. Pero esa influencia tiene,
intrínsecamente, otros componentes. Quedarnos en
los conceptos de autoridad, poder y posicionamiento es limitarnos a
conocimientos y puestos, de ahí que algunas personas creen que, porque tienen
el “puesto de” o saben “algo de”, creen que son líderes. Incluso, algunos ricos
y famosos, son presentados mediáticamente de esa manera, y obviamente hay
quienes quieren seguir sus pasos y sus mejores herramientas son las
universidades, centros especializados, separatas y conferencias, que son
buenas, pero mal utilizadas.
Un “líder”
que no practica una buena ética (no solamente principios y valores morales),
sino entendiéndose en la actitud de hacer lo correcto, no es un ejemplo a
seguir. Lo peor es que algunos levantan la voz o “carajean” al personal, y cómo
logran ciertos objetivos, creen que son líderes. Craso error.
¿Por qué
afirmamos que el liderazgo es influencia? Porque es el norte o dirección por
donde se debe transitar hacia el destino indicado. Pero se requiere conocer o
saber algo de ese camino para verificar si es la correcta dirección. Dice el
refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. La idea no es sólo lograr
el objetivo a toda costa, sino cómo se alcanza. Algunos ejércitos “ganan”
guerras, pero dejan una secuela de muertos en el camino.
También,
estar rodeado de personas que no ayudan al logro de los objetivos
organizacionales o personales, no nos conducirá a buen puerto. Las influencias
negativas afectan la conducta y la reputación de las buenas personas. Mientras
la correcta y adecuada influencia edifica a las personas, la negativa la
destruye. Tener la compañía de personas mediocres no son buenas para progresar
y desarrollarse en la vida. Tampoco lo son para las organizaciones. “Las malas
palabras corrompen las buenas costumbres” afirma un verso bíblico.
Los insumos
para formar un liderazgo se aprenden primero en el hogar, y luego se
perfeccionan en la vida, asistidos por los estudios, conocimiento, experiencias
e interacción con otras personas.
Desde la
temprana edad ya existen algunos insumos como la visión de futuro, vocación de
servicio, mentalidad emprendedora, práctica solidaria y trabajo en equipo. Sino
todo ello se aprende en la vida. También están la ayuda mutua, la honradez
comprobada, el amor incondicional, la esperanza en el porvenir, el respeto hacia
los demás y el deseo de superación. Se aprende, asimismo, la perseverancia ante
las pruebas, las ansías por aprender, el hábito por la buena lectura
(fundamental en la vida de quienes aspiran ser buenos líderes), reconocimiento
del trabajo ajeno y valentía para reconocer errores propios.
En el mundo
de los negocios, el verdadero liderazgo no es gerencia, jefatura, puesto o
autoridad. Eso lo puede lograr cualquier persona que por amistad o suerte llega
a esos puestos de confianza.
¿Quién no ha
tenido un jefe que no hace nada y sólo manda? Otros hacen su trabajo, pero él,
lo hace pasar como si fuera suyo. No sabe dónde está parado, pero es el
superior y tiene la autoridad. En algunas organizaciones, esto es “normal”.
Por ejemplo,
esa persona tiene el puesto, la responsabilidad y la autoridad, pero es un
mediocre. Su influencia hacia los subordinados será negativa. Alguien dirá que
se trata de un liderazgo negativo. No existe tal cosa. El liderazgo es
proactivo y, por lo tanto, positivo en su naturaleza.
En el ámbito
empresarial si una persona que tiene un puesto de responsabilidad hace perder
dinero a la organización o quiebra a la empresa, no se puede decir que su
liderazgo fue negativo, porque el liderazgo siempre nos debe llevar hacia lo
positivo y, por lo tanto, hacia el crecimiento.
En las
finanzas populares y economía solidaria, como en cualquier tipo de industria o
actividad comercial, existen presidentes de directorios, directores, socios,
gerentes, jefes, supervisores, altos ejecutivos y asesores, pero no todos son
líderes. Líder es alguien que logra metas, siguiendo la senda correcta. Sus
hechos y logros hablan por él.
El liderazgo
no es algo que se adquiere por naturaleza y viene con la persona, se aprende en
el camino. Una persona puede nacer con ciertas habilidades que podrán hacer más
fácil el aprendizaje, pero hay que aprenderlo. Nadie nace honesto, generoso y
servicial, esas virtudes se aprenden y se forjan en el hogar.
El verdadero
líder sabe lo que significa: “Gracias”, “Perdóname”, “Por favor”, “Me
equivoqué” y “No lo sé”. También asume su responsabilidad cuando debe hacerlo y
deja que los demás le ayuden, reconociendo sus limitaciones.
Al líder no
lo hace el estatus social, jefatura, fama y menos el dinero. El líder está al
servicio de los demás y es el ejemplo a seguir. El verdadero liderazgo implica
el servicio hacia los demás. Es decir, sacrificio para ser comprendido y
entrega desinteresada, sin esperar nada a cambio.
Jesucristo
mismo nos enseñó que él no vino para ser servido, sino para servir. De tal
manera que él mismo se convirtió en un líder excepcional. Nunca tuvo un cargo,
una gerencia o mucho dinero. Perteneció a los estratos sociales bajos y no
poseía títulos académicos de centros superiores de renombre, pero desde su
nacimiento hace más de 2,000 años, sigue siendo un líder de excelencia, y su
influencia mundial es de tal manera, que hasta la historia se ha dividido en
dos: Antes y después de Jesucristo.
Existen
grandes hombres que también están haciendo historia, pero el estilo de vida que
llevan, dice mucho de ellos. Asimismo, hay compañías y grandes corporaciones
multinacionales presididas por connotados hombres de negocios, pero que, en el
campo del liderazgo, dejan muchas falencias y limitaciones que nadie quiere
imitarlos.
El líder
debe tener un corazón de siervo, de uno que está al servicio de los demás.
Cuando en las organizaciones los colaboradores ven a su gerente o jefe al
servicio de los demás, éste último tendrá siempre el respaldo de los
trabajadores, quienes no sólo seguirán su ejemplo, sino que tendrá también la
ayuda de ellos.
Pero todo lo
escrito se aprende primero en el hogar. Es lamentable ver que jóvenes que
recién empiezan su vida laboral, no tienen iniciativa, no son solidarios ni
consecuentes, y hasta se convierten en “chismosos” para conservar sus trabajos.
Esas personas de por sí, ya son mediocres y es muy probable que nunca serán
líderes.
Ninguna
persona que tiene una “doble vida” puede ser un excelente líder. La gente tiene
que ver en la vida del líder, el ejemplo a seguir y a la persona que le
gustaría imitar. Una persona que se autoproclama y se “marketea”, puede ser muy
conocida, pero líder nunca lo será. El liderazgo va acompañado por un estilo de
vida diferente.
El liderazgo en el presente
siglo es un conjunto de virtudes y actitudes que se aprenden para influenciar
positivamente en las personas, superar limitaciones y alcanzar retos en los
tiempos señalados.
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