Por Janet Mogollón Pérez / LIMA
Los empresarios
de las MYPE por ser personas emprendedoras deben saber conocer a los diversos
tipos de clientes que son la base de la prosperidad del negocio. Según
la psicología de la comunicación, las percepciones que se forman de un
determinado impacto, gobiernan nuestra manera de ver las cosas y guía nuestra
conducta. Son esas sensaciones interiores que resultan de una impresión
impactando en los sentidos. Pensemos
en la relación de pareja. Los cónyuges se aman y se llevan de maravilla. El
esposo siempre fue cariñoso, servicial y responsable. Sin embargo, en
determinada circunstancia sale con otra dama que no es su esposa.
Probablemente,
cada vez que los esposos pasen por una crisis matrimonial, la esposa recordará
siempre la “aventura” de su consorte. Ella no recordará los cientos buenos
momentos que experimentó, sino en el único incidente que tuvo con su esposo.
La
percepción en relaciones públicas, no sólo está en el lado nuestro, sino
también en el otro lado de la orilla. Si queremos cambiar la situación
empecemos por nosotros mismos. Empecemos por cambiar nuestras percepciones.
Por
ejemplo, la percepción que se tiene del éxito personal depende mucho, no sólo
del esfuerzo y sacrificio, sino también de la imagen pública que se proyecta.
Las actitudes, conductas y habilidades
serán la carta de presentación de las personas. Actualmente, muchos gurúes de
la administración moderna y liderazgo personal utilizan a las relaciones públicas como herramienta para
fomentar una actitud mental positiva. La globalización ha roto muchos
paradigmas, entendiéndose que un paradigma es una teoría, explicación o modelo
de alguna cosa. Las relaciones públicas han permitido que la empatía y la
percepción sean vistas ahora desde otra óptica en el campo de la comunicación social.
LOS PARADIGMAS
Los
psicólogos de la comunicación han investigado diversas conductas acerca del
impacto que tiene la aplicación de las relaciones públicas en diversos
públicos. Para algunas personas un símbolo puede representar una cosa, pero
para otras, todo lo contrario. Dependerá mucho del tipo de paradigma que hemos
adoptado o creído. Todos nosotros tenemos mapas en la cabeza, que pueden
clasificarse en dos categorías principales: mapas del modo en que son las cosas
o realidades, y mapas del modo en que deberían ser.
Sin
embargo, desde esta perspectiva no todos los cambios de paradigma siguen la
misma dirección positiva. Si bien es cierto que todo cambio genera poderosas transformaciones,
también es real que nuestros paradigmas, correctos o incorrectos, serán siempre
las fuentes de nuestras actitudes y conducta, y en última instancia de nuestras
relaciones con los demás.
De
ahí la importancia de cambiar los paradigmas para bien. No todos los cambios de
paradigma son rápidos, dependerá mucho del nivel académico de la persona y de
la abstracción que ésta tenga de la realidad concreta.
¿Ahora,
un paradigma es bueno o malo? En la mayor parte de las personas cuando los
paradigmas están basados en principios, entonces son buenos. Pero, sí solamente
tienen sus fundamentos en la tradición o costumbres, entonces podrían limitar
la visión de futuro de la persona. Un paradigma es la fuente de la que fluyen
actitudes y conductas. Es como un par de lentes que afecta el modo en que vemos
las cosas.
Muchos
principios son como los faros. Son leyes naturales que no se pueden quebrantar.
De ahí la necesidad de tener primero buenos principios para después exigir o
comprender a los clientes. Un buen negocio dependerá mucho de cómo usted trata
a su interlocutor. Tal vez, puede vender un producto ahora, pero perderá un
cliente toda su vida. Lo más importante, no es vender ahora, sino ganar un
cliente para toda la vida del negocio. Revise cuáles son sus principios y
percepciones, y póngalas en práctica cada vez que converse con un potencial
cliente.
Desde
los tiempos antiguos ya se hablaba de principios morales que no se pueden
violar. Estas normas son más principios que paradigmas. Por ejemplo, la bondad,
rectitud, integridad, honestidad, dignidad, servicio, paciencia, entre otras
virtudes son principios que incluso pueden derivarse en paradigmas.
Lo que se requiere es
que el emprendedor sepa más de principios y lo practique para asegurarse
mejores prácticas empresariales para el negocio.
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