Por César Sánchez Martínez /
LIMA
Todos lamentan las consecuencias funestas que ha traído
la crisis sanitaria global, pero pocos ven en ella la nueva oportunidad de vida,
usos y costumbres para los negocios, centros laborales, escuelas y hasta
iglesias. Desde hace una década pocos negocios se animaban a
desarrollar con fuerza el denominado “teletrabajo”, ahora obligados por las circunstancias
lo están haciendo. También sólo algunas escuelas y universidades tenían cursos
y programas a distancia y clases virtuales, hoy en día, casi todos lo hacen
ante la nueva realidad ocasionada por el COVID-19.
En los grandes congresos, cumbres y convenciones empresariales
en el ámbito internacional, se hablaba que la transformación digital era una realidad
y que la transformación organizacional sólo era cuestión de tiempo, pues bien,
ese tiempo ya ha llegado. Obviamente, que algunas empresas están mejor
preparadas que otras, pero es la nueva realidad que vivimos, aquella de transacciones
financieras en línea, uso de plataformas digitales, compras “on line”, negocios
digitales, etc. Hasta los medios de comunicación han ingresado a esta etapa. Al
final de todo, la crisis sanitaria global ha acelerado el cambio generacional.
Las reuniones de
grupos en línea mediante diversas plataformas y aplicaciones, el trabajo desde
las casas, las entregas de productos a domicilio, las transacciones financieras
y pagos de servicio en línea, las teleconferencias, los cultos religiosos mediante redes sociales,
el cine y otras actividades culturales vistos ahora en plataformas digitales,
la lectura de libros y revistas asequibles de bibliotecas públicas y privadas,
las consultas médicas en línea, las videollamadas, el acceso a películas y
música en la red, etc., etc., nos ha colocado
de manera rápida en el mundo de la imagen y el video mediante el internet.
Obviamente que
nuestro mundo ya no será el mismo después que pase la crisis sanitaria
ocasionada por el coronavirus, definitivamente será mejor y al mismo tiempo más
complejo. Por cierto, habrá algunas mentes conservadoras que se resistan al
cambio, pero si todo está cambiando, también debemos hacerlo nosotros. Las
empresas que no cambien están condenadas al fracaso. De la misma manera, aquellas
personas que se resistan al cambio, perecerán y la oportunidad de la vida,
pasará como quien ha perdido un vuelo de avión, con la salvedad, tal vez, que
no habrá otra oportunidad.
Ya no hablemos
de la transformación digital, sino que nuestra discusión sea cómo nos
adaptaremos a los cambios y qué ventajas hay en la nueva forma de hacer
negocios y como se han transformado los servicios de salud y educación. Ahora
los clientes no sólo están en la calle, están también en la red y son cada vez,
un mayor número. Los negocios virtuales crecerán y serán una tendencia, escribiendo
en términos de la comunidad digital.
Hasta el medio
ambiente ha mejorado en muchas ciudades del mundo. El aire es más puro, existe
menos polución ambiental, el transporte público es limitado y hasta se habla
ahora de electrificarlo como ocurre en varias ciudades del mundo, básicamente
en Europa, Japón y China.
La crisis, como
cualquiera de ellas, ha creado nuevas formas de negocios, la entrega a
domicilio es uno de ellos, no sólo de alimentos, sino de diversos productos. Ya
no es necesario invertir en pasajes y hospedaje para una reunión con personas
de diversas ciudades, basta las reuniones grupales virtuales. Eso significa
ahorro de dinero y menos contaminación ambiental.
En el ámbito
religioso, las iglesias se “reúnen” de manera virtual. Los feligreses no están juntos
en un lugar, desde sus hogares participan de las liturgias, servicios, prédicas,
misas y estudios bíblicos. Las ofrendas no han menguado, porque quienes lo
hacen por responsabilidad, simplemente siguen contribuyendo con sus aportes y
ofrendas en línea. Al final de todo, la iglesia no es el edificio o local de ladrillo
y cemento, sino las personas. Jesús dijo: “Donde estén dos o tres reunidos en
mi nombre, yo estoy en medio de ellos”. Es una realidad que no se puede
ocultar. Hemos pasado de la aldea global al mundo digital.
En mi época de
estudiante, aprendí algo que ocurrió en los años sesenta, pero que hoy es una realidad. El término de “Aldea Global” que fue
acuñado por Hebert Marshall McLuhan, mentor de muchas escuelas de
Periodismo y Comunicación, hoy en día ya forma parte de la vida de la humanidad.
Después este concepto lo recogió y confirmó la UNESCO mediante el informe MacBride
que la fortaleció para un mundo en pleno proceso de cambios y globalización en la
década de los ochenta. Esa comisión estuvo integrada por el irlandés, Sean
MacBride, que la presidió y conformado por el Nóbel colombiano Gabriel García
Márquez, el chileno Juan Somavia y el japonés Michio Nagai, entre otros connotados
comunicadores y periodistas de la época. En la actualidad esa aldea global es
la “casa común” que alude el Papa Francisco.
Termino estas líneas con las palabras de Marshall
McLuhan: “La mayoría de las personas viven en una época anterior, pero uno debe
vivir en su propio tiempo”.
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