Por
César Sánchez Martínez
Director del FINANPOS
Este año,
la industria microfinanciera peruana tiene varios retos, siendo el principal,
el comportamiento de la economía frente a los factores externos como internos.
Se espera una
fuerte y tenaz competencia entre las organizaciones que operan en el ámbito
local. Según los análisis, es muy probable que algunas instituciones se retiren
de ciertos mercados no tan competitivos y rentables, con el objetivo de
incursionar y operar sólo en aquellos donde las condiciones son favorables para
las organizaciones microfinancieras.
Si bien es
cierto que Perú tiene el entorno más propicio para el desarrollo de las
microfinanzas, también es real que debe superar en el corto plazo, algunos
escollos de origen exógeno, y otros, básicamente domésticos.
Dándole
una mirada de reojo a la economía, observaremos que el PBI peruano es de US$
202,3 mil millones (nominal, 2013), mientras la proyección más acertada
del crecimiento del mismo para el año pasado estaría entre el 2.5%.
Perú es
una nación que tiene algo más de 30 millones de habitantes, siendo su capital,
Lima, que acaba de cumplir 480 años de fundación, la ciudad más importante con
aproximadamente 10 millones de habitantes. El 5% del total de la población
peruana vive con menos de US$ 1.25 al día, mientras que el 12.7% lo hace con
menos de US$ 2.0 al día, según las
estadísticas al año 2010.
También,
el actual liderazgo peruano en las IMF enfrentará grandes retos, empezando con
una reactivación de la industria microfinanciera misma. El año pasado se
registró un menor dinamismo anualizado de las colocaciones de las
microfinanzas que se ha venido presentando año tras año. Del 22.8% en diciembre
de 2010 ha caído a un 5% en noviembre de 2014.
Asimismo,
sus principales indicadores de desempeño (deterioro de cartera, menos márgenes
de ganancia y reducción de la rentabilidad) presentan bajos índices, debido a
una mayor competencia en el mercado y un crecimiento más lento de la economía.
La fuerte competencia y la sobreoferta de créditos que ésta significa,
incrementó los niveles de sobreendeudamiento de los clientes, elevando los
niveles de morosidad del sector.
Se habla
ahora de inclusión financiera, pero ésta concepción aún sigue siendo una frase
bonita, porque a los verdaderos excluidos socialmente, no llegan las
microfinanzas, especialmente del área rural de la sierra y zona agrícolas de la
selva, en las comunidades nativas. Es obvio saber las razones: No son sujetos
de créditos y el riesgo es mayor para quienes pretenden trabajar con ellos.
Sin
embargo, no todo es negativo. Una vez más, en el reciente Foromic 2014,
realizado en Guayaquil, el estudio del Microscopio Global 2014, elaborado por The Economist Intelligence Unit, ubicó a Perú como líder absoluto por sexta vez consecutiva, seguido de Colombia y
Filipinas. El país es líder en el desarrollo de estrategias innovadoras y
coordinadas para promover los servicios financieros para las poblaciones
excluidas y en reconocer que la inclusión financiera va más allá de los actores
del sector financiero.
Según la base de
datos global de inclusión financiera del Banco Mundial, solo el 20%
de la población adulta (mayores de 15 años) tenían una cuenta en una
institución financiera formal en 2011. Al parecer ese porcentaje casi no se ha
movido, no obstante, la promoción de la educación financiera en niños y adolescentes.
En total hay 74 instituciones microfinancieras, que a la fecha sólo han
cubierto el 13.6% del total de la población. Aún la valla es alta.
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