domingo, 21 de abril de 2024

22 DE ABRIL, DÍA INTERNACIONAL DE LA TIERRA, DÍA DE LA PACHAMAMA

Por Juan Eduardo Gil Mora / CUSCO

 OPINIÓN   El Día Internacional de la Tierra, establecido el 22 de abril mediante Resolución 63/278 de la Organización de las Naciones Unidas, reconoce que la Tierra y sus ecosistemas constituyen el almacén de recursos para satisfacer las demandas de alimentación, medicinas, energía, recursos para el desarrollo y, que hoy, se halla deteriorada, contaminada, agredida por las diversas actividades de expoliación utilizando tecnologías no ambientalmente compatibles.

La resolución de la ONU, reconoce a la Tierra, los productos y recursos que nos ofrece como nuestro hogar; por lo tanto, debemos ser nosotros los obligados a administrar con sensatez y encontrar el equilibrio entre las formas de satisfacer las necesidades económicas, sociales y ambientales que nuestros pueblos requieren. Este equilibrio solo se podrá alcanzar desarrollando acciones que promuevan la armonía del hombre con la naturaleza; así lo demanda nuestra legislación y los principios del desarrollo sostenible. El antiguo mandato de que el hombre debería multiplicarse y dominar la Tierra, parece haber sido interpretado como un mandato no sólo de sobre poblarla, sino de alterarla a voluntad, arriesgando así la destrucción de todos sus elementos, en vez de interpretarlo como una herencia que el hombre recibió de su Creador confiando en que supiera usarlos sensatamente y con un sentido futurista.


LA PACHAMAMA

Este Día Internacional de la Tierra, que, en nuestro contexto andino, lo asociamos y debido a nuestra racionalidad heredada desde nuestros ancestros, los Incas, lo denominamos como el Día de la PACHAMAMA; en efecto, las culturas andinas, utilizaron diversas tecnologías y herramientas para conservar el suelo, el agua, el bosque; construyeron andenes y canales de riego para hacer estas tierras más productivas; no invadían el cauce de los ríos, respetaron lo que actualmente denominamos como faja marginal; sabían bien que la conservación de los bosques era necesaria para la generación de fuentes de agua; los suelos debían ser conservados, porque de ellos depende la productividad y seguridad alimentaria; en razón a todo ello, la Pachamama, es y ha sido respetada, conservada y adecuadamente gestionada y manejada.

En el Perú, las repercusiones de la actividad económica tienen características particulares; el Perú tiene escasas tierras agrícolas, alrededor del 6% del territorio nacional; Perú posee una superficie de 128.5 millones de hectáreas, de las cuales solo 7.6 millones tienen capacidad para cultivos agrícolas (MINAG, 2020), en las que se produce un permanente deterioro de los suelos debido tanto a factores naturales, deforestación, minería ilegal, cultivos ilegales, incendios forestales y quemas y, las inadecuadas técnicas utilizadas en la agricultura y ganadería, que generan erosión. Esta degradación de los suelos afecta las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, generando que los suelos productivos tengan un bajo rendimiento en los cultivos y sea costoso en su mantenimiento.

EROSIÓN

La pérdida de suelos por erosión hídrica en el Perú es un grave problema ambiental que afecta y pone en riesgo la seguridad hídrica y seguridad alimentaria; este proceso erosivo, es más crítico en zonas altoandinas que son proveedoras de importantes servicios ecosistémicos, como la generación del agua y, constituye el escenario donde se desarrolla la actividad agrícola para la provisión de alimentos a las ciudades de sierra, selva y costa.

Por otro lado, al ser la precipitación el principal agente que contribuye al proceso de erosión hídrica, la generación de sedimentos y sólidos de arrastre, produce la colmatación de cauces, represas, canales de riego, embalses que tiene altos costos de mantenimiento. Para el período de 1981 al 2014, los niveles de erosión anual en el país, indican una tasa promedio multianual de 58.2 Tn/ha/año, valor que califica con grado de erosión Alta, según clasificación FAO.

Los valores extremos de erosión hídrica se presentaron en los años de 1992 y 2012, con una tasa erosiva máxima de 95.0 Tn/ha/año. Según MINAM, (2020), en el 2018 se estimaron 22´248,100 hectáreas de áreas degradadas en el territorio peruano, cifra que corresponde al 17.5% de la superficie de Perú. Según estudios de SENAMHI (Atlas de erosión de suelos, 2017). En la cuenca Vilcanota-Urubamba, los niveles de erosión anual, alcanzan una tasa promedio de 58.2 TM/ha/año, valor que califica un grado de erosión Alta, según clasificación FAO. Es decir, que la erosión, se lleva millones de toneladas de suelo productivo y no productivo de nuestra Región.

DEFORESTACIÓN

De otro lado, la deforestación en Perú, es preocupante, habida cuenta que es un factor que genera erosión de los suelos, en 2019, según reporte del MINAM, se deforestaron 147,000 hectáreas de bosques. El incremento del proceso de deforestación en el Perú es alarmante, pues, según el informe de Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) hasta el año 2017 el Perú ha perdido un total de 7.7 millones de hectáreas de bosque natural, de los cuales el 60% estuvo concentrada en los departamentos de Ucayali, Madre de Dios, Huánuco y Loreto (Informe Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina -MAAP). De acuerdo con el monitoreo del Programa Nacional de Bosques del Ministerio del Ambiente Perú perdió 203, 272 hectáreas de bosques en el año 2020.

Las principales causas de la devastación de bosques en el Perú: la minería ilegal, monocultivos, tala ilegal, agricultura migratoria, urbanización y construcción de carreteras; empero, la responsabilidad en su control, no debe recaer sólo en el gobierno nacional y sectores, sino en los gobiernos regionales y locales; pues éstos últimos se hallan de cara a la población y administran el territorio jurisdiccional respectivo y deben de contar con planes y proyectos para el control de estos dos procesos: la erosión y deforestación.

POBLACIÓN

Aun cuando el Perú ha crecido en los últimos 25 años a una tasa de del 4% anual, en promedio; sin embargo, ese crecimiento no ha repercutido en los sectores más populares y pobres del país. Un crecimiento económico debe tener incidencia en la calidad de la educación, de la salud, en la prestación de servicios básicos y en infraestructura para el desarrollo; éste último demostrado en indicadores que disminuyan la pobreza, esto es, en menores porcentajes de deserción escolar, mayor infraestructura educativa y de salud, menores índices de mortalidad infantil, menores tasas de desnutrición crónica o incluso en miles de kilómetros de carreteras construidas, mayor número de familias con acceso a agua de calidad potable o con servicios de saneamiento, familias con acceso directo a fuentes de energía limpia, kilómetros de canales de irrigación, etc.

Es pertinente interrogarse: ¿Cómo es que vinculamos los indicadores económicos con el cuidado de nuestros ecosistemas?, ¿Cómo relacionamos tareas de gobierno con el día de la Tierra? El razonamiento es muy simple, las necesidades de la población deben de ser satisfechas haciendo uso de los recursos naturales que la Tierra nos oferta, a ello es menester agregar la decisión política de optar por políticas públicas que favorezcan a los que menos tienen, optar por tecnologías sostenibles; la sostenibilidad no sólo implica durabilidad en el tiempo, sino y sustancialmente que sea socialmente inclusiva y que demuestre rendimiento económico; por lo tanto, una sociedad educada, con salud, con niveles mínimos de pobreza, con infraestructura de desarrollo, no sólo será educada, sino que podrá emplear tecnologías adecuadas y podrá darle valor agregado a los recursos naturales, podrá actuar con equidad y justicia y no deteriorará, contaminará, malgastará o sobreexplotará los recursos existentes, además tendrá una legislación coherente.

REGIÓN CUSCO

Los recursos naturales existen en volúmenes y cantidades suficientes: suelo, agua, cubierta vegetal, clima son abundantes en muchas circunscripciones; en Cusco, por ejemplo, tenemos más de 500,000 ha. de pasturas en la planicie andina, existe el suficiente volumen de agua para incorporar a la producción y productividad; son más de 400,000 ha. pasibles de riego existentes en los valles interandinos y en la amazonía regional; existen más de 800 cuerpos de agua que podrían ser empleados en piscicultura y más de 4 millones de hectáreas con aptitud forestal; consecuentemente, la región altoandina de nuestra Región se convertiría en una fuente importante de fibra, carne y productos lácteos y las zonas interandinas y la amazonía regional en zonas agrícolas que satisfagan el mercado regional, nacional y de exportación.

Por lo arriba comentado, nuestra Región es rica en recursos que, al margen del recurso minero, pueden generar trabajo, y con políticas adecuadas emanadas desde el Gobierno nacional o mediante ordenanzas regionales o locales, en muy pocos años podrían ser revertidos los estados de pobreza que aqueja a más del 25% de la población regional. Por lo tanto, existe un vínculo directo y estrecho entre las decisiones políticas, la calidad de vida y el estado de los recursos naturales que el Día de la Tierra nos permite reflexionar.

OBLIGACIÓN ÉTICA

El hombre tiene la obligación ética de proteger las especies vegetales y animales que comparten el planeta con él y que lo habitan desde hace mucho tiempo más que él; pero este aspecto ético de la naturaleza todavía carece de importancia en un mundo en el que todo debe tener un valor económico para poder apreciarse. Dassman, llega a decir: “que, si no apreciamos ese valor ético, el futuro del hombre en la Tierra será probablemente corto y violento”; de ahí que una de las formas más apropiadas de controlar la alteración del ambiente es la educación mesológica del hombre desde sus primeros años, ya que en la medida en que el ser humano adquiera conciencia de su responsabilidad frente al medio en que vive, podrá contar con suficientes recursos, no sólo en cantidad, sino lo que es más importante en calidad.

En razón a la continua existencia de inundaciones, sequías, incendios forestales, playas contaminadas, crisis en las urbes, graves problemas de erosión, deforestación, contaminación de ríos y una sucesión de serios problemas ambientales, ha sido instaurado el DIA DE LA TIERRA a fin de hacer un llamado a la conciencia ecológica del hombre y a su instinto de sobrevivencia. Quienes pretendemos inculcar en la ciudadanía mejores niveles de vida conservando la naturaleza, nos aunamos a este llamado internacional efectuado por las Naciones Unidas.

Juan Eduardo Gil Mora posee el grado de Máster en Ciencias y Tecnología Ambiental. Es consultor ambiental. Registro SENACE N° 436-2019-AGR. Docente en las EPG de la Universidad Nacional San Antonio del Cusco, Universidad Andina del Cusco, Universidad Tecnológica de los Andes y Universidad Nacional de la Amazonía Peruana. Es escritor y posee varios reconocimientos, entre ellos el Premio EduCoop.

No hay comentarios: