OPINIÓN El Día Internacional de la Tierra, establecido el 22 de abril mediante Resolución 63/278 de la Organización de las Naciones Unidas, reconoce que la Tierra y sus ecosistemas constituyen el almacén de recursos para satisfacer las demandas de alimentación, medicinas, energía, recursos para el desarrollo y, que hoy, se halla deteriorada, contaminada, agredida por las diversas actividades de expoliación utilizando tecnologías no ambientalmente compatibles.
LA PACHAMAMA
En
el Perú, las repercusiones de la actividad económica tienen características
particulares; el Perú tiene escasas tierras agrícolas, alrededor del 6% del
territorio nacional; Perú posee una superficie de 128.5 millones de hectáreas,
de las cuales solo 7.6 millones tienen capacidad para cultivos agrícolas
(MINAG, 2020), en las que se produce un permanente deterioro de los suelos
debido tanto a factores naturales, deforestación, minería ilegal, cultivos
ilegales, incendios forestales y quemas y, las inadecuadas técnicas utilizadas
en la agricultura y ganadería, que generan erosión. Esta degradación de los
suelos afecta las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo,
generando que los suelos productivos tengan un bajo rendimiento en los cultivos
y sea costoso en su mantenimiento.
EROSIÓN
La
pérdida de suelos por erosión hídrica en el Perú es un grave problema ambiental
que afecta y pone en riesgo la seguridad hídrica y seguridad alimentaria; este
proceso erosivo, es más crítico en zonas altoandinas que son proveedoras de
importantes servicios ecosistémicos, como la generación del agua y, constituye
el escenario donde se desarrolla la actividad agrícola para la provisión de
alimentos a las ciudades de sierra, selva y costa.
Por
otro lado, al ser la precipitación el principal agente que contribuye al
proceso de erosión hídrica, la generación de sedimentos y sólidos de arrastre,
produce la colmatación de cauces, represas, canales de riego, embalses que
tiene altos costos de mantenimiento. Para el período de 1981 al 2014, los
niveles de erosión anual en el país, indican una tasa promedio multianual de
58.2 Tn/ha/año, valor que califica con grado de erosión Alta, según
clasificación FAO.
Los
valores extremos de erosión hídrica se presentaron en los años de 1992 y 2012,
con una tasa erosiva máxima de 95.0 Tn/ha/año. Según MINAM, (2020), en el 2018
se estimaron 22´248,100 hectáreas de áreas degradadas en el territorio peruano,
cifra que corresponde al 17.5% de la superficie de Perú. Según estudios de
SENAMHI (Atlas de erosión de suelos, 2017). En la cuenca Vilcanota-Urubamba,
los niveles de erosión anual, alcanzan una tasa promedio de 58.2 TM/ha/año,
valor que califica un grado de erosión Alta, según clasificación FAO. Es decir,
que la erosión, se lleva millones de toneladas de suelo productivo y no
productivo de nuestra Región.
DEFORESTACIÓN
De
otro lado, la deforestación en Perú, es preocupante, habida cuenta que es un
factor que genera erosión de los suelos, en 2019, según reporte del MINAM, se
deforestaron 147,000 hectáreas de bosques. El incremento del proceso de
deforestación en el Perú es alarmante, pues, según el informe de Servicio
Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) hasta el año 2017 el Perú ha
perdido un total de 7.7 millones de hectáreas de bosque natural, de los cuales
el 60% estuvo concentrada en los departamentos de Ucayali, Madre de Dios,
Huánuco y Loreto (Informe Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina -MAAP).
De acuerdo con el monitoreo del Programa Nacional de Bosques del Ministerio del
Ambiente Perú perdió 203, 272 hectáreas de bosques en el año 2020.
Las
principales causas de la devastación de bosques en el Perú: la minería ilegal,
monocultivos, tala ilegal, agricultura migratoria, urbanización y construcción
de carreteras; empero, la responsabilidad en su control, no debe recaer sólo en
el gobierno nacional y sectores, sino en los gobiernos regionales y locales;
pues éstos últimos se hallan de cara a la población y administran el territorio
jurisdiccional respectivo y deben de contar con planes y proyectos para el
control de estos dos procesos: la erosión y deforestación.
POBLACIÓN
Aun
cuando el Perú ha crecido en los últimos 25 años a una tasa de del 4% anual, en
promedio; sin embargo, ese crecimiento no ha repercutido en los sectores más
populares y pobres del país. Un crecimiento económico debe tener incidencia en
la calidad de la educación, de la salud, en la prestación de servicios básicos
y en infraestructura para el desarrollo; éste último demostrado en indicadores
que disminuyan la pobreza, esto es, en menores porcentajes de deserción
escolar, mayor infraestructura educativa y de salud, menores índices de
mortalidad infantil, menores tasas de desnutrición crónica o incluso en miles
de kilómetros de carreteras construidas, mayor número de familias con acceso a
agua de calidad potable o con servicios de saneamiento, familias con acceso
directo a fuentes de energía limpia, kilómetros de canales de irrigación, etc.
REGIÓN CUSCO
Los
recursos naturales existen en volúmenes y cantidades suficientes: suelo, agua,
cubierta vegetal, clima son abundantes en muchas circunscripciones; en Cusco,
por ejemplo, tenemos más de 500,000 ha. de pasturas en la planicie andina,
existe el suficiente volumen de agua para incorporar a la producción y
productividad; son más de 400,000 ha. pasibles de riego existentes en los
valles interandinos y en la amazonía regional; existen más de 800 cuerpos de
agua que podrían ser empleados en piscicultura y más de 4 millones de hectáreas
con aptitud forestal; consecuentemente, la región altoandina de nuestra Región
se convertiría en una fuente importante de fibra, carne y productos lácteos y
las zonas interandinas y la amazonía regional en zonas agrícolas que satisfagan
el mercado regional, nacional y de exportación.
Por
lo arriba comentado, nuestra Región es rica en recursos que, al margen del
recurso minero, pueden generar trabajo, y con políticas adecuadas emanadas
desde el Gobierno nacional o mediante ordenanzas regionales o locales, en muy
pocos años podrían ser revertidos los estados de pobreza que aqueja a más del
25% de la población regional. Por lo tanto, existe un vínculo directo y
estrecho entre las decisiones políticas, la calidad de vida y el estado de los
recursos naturales que el Día de la Tierra nos permite reflexionar.
OBLIGACIÓN ÉTICA
El
hombre tiene la obligación ética de proteger las especies vegetales y animales
que comparten el planeta con él y que lo habitan desde hace mucho tiempo más
que él; pero este aspecto ético de la naturaleza todavía carece de importancia
en un mundo en el que todo debe tener un valor económico para poder apreciarse.
Dassman, llega a decir: “que, si no apreciamos ese valor ético, el futuro del
hombre en la Tierra será probablemente corto y violento”; de ahí que una de las
formas más apropiadas de controlar la alteración del ambiente es la educación
mesológica del hombre desde sus primeros años, ya que en la medida en que el
ser humano adquiera conciencia de su responsabilidad frente al medio en que
vive, podrá contar con suficientes recursos, no sólo en cantidad, sino lo que
es más importante en calidad.
En
razón a la continua existencia de inundaciones, sequías, incendios forestales,
playas contaminadas, crisis en las urbes, graves problemas de erosión,
deforestación, contaminación de ríos y una sucesión de serios problemas
ambientales, ha sido instaurado el DIA DE LA TIERRA a fin de hacer un llamado a
la conciencia ecológica del hombre y a su instinto de sobrevivencia. Quienes
pretendemos inculcar en la ciudadanía mejores niveles de vida conservando la
naturaleza, nos aunamos a este llamado internacional efectuado por las Naciones
Unidas.
Juan Eduardo Gil Mora posee el grado de Máster en Ciencias y
Tecnología Ambiental. Es consultor ambiental. Registro SENACE N° 436-2019-AGR. Docente
en las EPG de la Universidad Nacional San Antonio del Cusco, Universidad Andina
del Cusco, Universidad Tecnológica de los Andes y Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana. Es escritor y posee varios reconocimientos, entre ellos el
Premio EduCoop.
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