Una
de las crisis más difíciles que se debe afrontar es aquella que afecta a la
reputación del negocio, porque incide directamente en los clientes compradores,
quienes son las columnas de todo negocio. Las crisis financieras se pueden
solucionar con nuevas inyecciones de dinero, las de gestión con la contratación
de especialistas, las crediticias con mejores estratégicas de crédito, las
materiales con la compra de nuevos insumos, pero las de reputación es más
compleja resolverlas en el corto plazo. La reputación se logra en el tiempo y
cuesta mucho trabajo, pero impactar negativamente en la reputación, sólo se
requiere algunos minutos.
EL BUEN MANEJO
La
gestión de crisis debe ser manejada por personas entrenadas, con experiencia y
conocimiento, pero siempre será un trabajo de toda la organización. Es decir,
de todos los colaboradores.
Sin
embargo, la mejor gestión de crisis es aquella donde se puede detectar a tiempo
los riesgos que tiene un negocio.
Pongo
algunos ejemplos. En las instituciones financieras, especialmente aquellas
vinculadas con las microfinanzas o el cooperativismo existe una alta rotación del
personal. Gente que va y viene, generando la consecuente pérdida de cartera.
Esta situación las observo también en las empresas de alquiler de vehículos, hotelería,
restaurante y otras actividades de servicio. Los trabajadores se retiran de un
negocio llevándose parte de la cartera de clientes, y harán lo propio cuando se
vayan de allí.
También
está la falta de compromiso de colaboradores jóvenes con respecto a “ponerse la
camiseta” de las empresas donde trabajan. No podemos generalizar, pero en un
80% la realidad es así. Otros abusan de las condiciones laborales. Hay quienes
abusan diariamente en sus trabajos. Utilizan los minutos de tolerancia como si
fuera parte del horario de entrada, cuando los minutos de tolerancia no es la
hora de ingreso. Sólo se usa en casos excepcionales y no todos los días.
Asimismo,
aún en los pequeños negocios, la ausencia de una adecuada ética y valores
permiten que los servidores sean malcriados con los clientes, que jamás
volverán a ese negocio. Ofrecen productos pasados o con fecha de vencimiento,
usando la estrategia de “Pepe el vivo”. Lo peor de todo es que hacen alarde de
sus acciones, donde algunos malos jefes aplauden esa actitud. Algunas oficinas
de Recursos Humanos, sólo se limitan a seleccionar a personas con buen
currículo académico, olvidándose del perfil del colaborador y de sus valores
morales, no religiosos, que es otra cosa.
No
obstante, en todo negocio existen personas que tienen un expertise adecuado para
asumir la responsabilidad de detectar los posibles riesgos, porque son idóneas
para realizar el trabajo. Tienen la pericia, en usos casos por su formación
académica, y en otros por su experiencia profesional en este tipo de trabajo.
Es
un craso error dejar todo el problema para que el área de Comunicación Social o
Asuntos Corporativos (Imagen Institucional, Reputación, Prensa, Relaciones
Públicas, Márketing, Protocolo, etc.) o “Grupo Especial” resuelva el problema.
Al igual que Defensa Civil, el cuidado de la reputación empresarial es tarea de
todos.
Pero
¿qué pasa si el negocio es pequeño y no hay fondos para tener una Oficina de
Comunicaciones? Alguien debe asumir esa
tarea. Probablemente, la persona más prudente y sabia de la organización, o se
puede recurrir al servicio de asesores externos.
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