Estos cinco hábitos pueden aplicarse
en cualquier familia, sin importar el nivel de ingresos. Son principios útiles
que contribuyen a mejorar la relación con el dinero desde el entorno familiar.
Asignar un propósito al dinero
Una herramienta práctica consiste en
dividir el dinero en tres usos definidos: ahorro,
gasto y donación. Esta técnica ayuda a distinguir entre lo que se guarda,
lo que se utiliza y lo que se comparte. En el caso de los niños, hacerlo con
frascos o sobres permite visualizar esa distribución. Para los adultos, es una
forma sencilla de reforzar la planificación y el equilibrio en las finanzas
personales.
Establecer metas de ahorro
familiares
El ahorro gana sentido cuando
responde a una meta concreta. Definir objetivos —como adquirir un bien,
financiar una mejora del hogar o apoyar una actividad familiar— permite
organizar los recursos de forma más eficiente. Cuando los hijos participan en
esa planificación, desarrollan una comprensión más clara sobre el esfuerzo que
implica lograr algo que tiene valor.
Entregar una mesada con un
enfoque formativo
La mesada, utilizada como recurso
educativo, permite que los niños gestionen un monto propio, tomen decisiones y
aprendan de sus consecuencias. No se trata de premiar, sino de crear un espacio
controlado donde puedan aplicar nociones básicas de presupuesto y control del
gasto. Este hábito también promueve el diálogo sobre el uso del dinero.
Asociar el ingreso con el
esfuerzo
Vincular tareas adicionales con una
pequeña retribución económica enseña que el dinero es resultado del trabajo.
Esta práctica fortalece el sentido de responsabilidad y permite valorar más lo
que se obtiene. No todas las labores deben ser remuneradas, pero algunas pueden
utilizarse para introducir esta noción de forma clara.
Incorporar el ejemplo en las
decisiones cotidianas
Hablar sobre dinero, mostrar cómo se
planifica un gasto o explicar por qué se elige una opción frente a otra son
acciones que comunican tanto como cualquier regla. El comportamiento financiero
de los adultos influye directamente en lo que aprenden los hijos. La coherencia
entre lo que se dice y lo que se hace refuerza cualquier mensaje sobre ahorro,
consumo y previsión.
Una práctica con impacto duradero
Los hábitos financieros no se
enseñan en una conversación aislada, sino en las rutinas del día a día. Aplicar
estas prácticas en el hogar contribuye a construir una relación más saludable
con el dinero y a preparar a las nuevas generaciones para tomar mejores
decisiones financieras.
Este contenido fue desarrollado por
Caja Arequipa como parte de su compromiso con la educación financiera y el bienestar de las familias.
Fuente: https://www.cajaarequipa.pe/
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