Cada vez son más las mujeres que retrasan o incluso descartan la posibilidad de ser madres. El deseo de continuar con sus estudios, conseguir un mejor empleo o lograr una estabilidad familiar hace que el futuro de la humanidad se vea incierta. Si a esto le sumamos las consecuencias de la pandemia, los problemas económicos y sociales podrían agravarse. Sucede q hay índices globales que nos ayudan a diagnosticar el futuro y algunos de ellos son preocupantes, como la Tasa de Natalidad (TN).
En los últimos años la TN ha venido presentando un
declive prolongado en la población mundial. Es decir, cada año hay menos
nacimientos. Por ejemplo, Japón es un país súper envejecido ya que el 20% de su
población es mayor de 65 años, su tasa de natalidad ha bajado año tras año y
este declive demográfico nos trae como consecuencia un porvenir con menos
personas en edad productiva que sostengan el mantenimiento de un mayor número
de ancianos.
Pero Japón no es el único, los países
europeos siguen el mismo camino hacia una crisis de insostenibilidad
demográfica. Y éste no es un problema exclusivo de Europa o Asia, la población
mundial enfrenta en diferentes niveles de gravedad el mismo futuro. De acuerdo
a un estudio realizado por la ONU, en el año 2018 el número de niños menores de
cinco años fueron superados por las personas mayores de 65 años.
Los resultados del año 2019 continúan disminuyendo,
y si pensamos en la coyuntura actual, un virus que ataca a todos los rincones
del planeta, medidas de prevención que incentivan el distanciamiento social, el
desempleo, la violencia de género y el estrés como consecuencia de todos los
motivos señalados nos hace pensar en un año 2021 con un nuevo récord negativo en la TN mundial, lo que nos
proyecta países súper envejecidos y una disminución en la población, que en
algunos casos podría llegar a ser hasta del 50% con respecto a la actual en el
año 2050.
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