Por CÉSAR SÁNCHEZ MARTÍNEZ |
ARTÍCULOS ¿Cuánto cuesta formalizar a un
trabajador en América Latina? ¿Cuánto vale en Perú o Chile? ¿Cómo salir de la
informalidad laboral? Estas interrogantes merecen respuestas concretas y urgentes
para alcanzar el desarrollo social que las naciones de América Latina como
región emergente requieren. Se afirma que los costos
salariales y no salariales, en relación a la productividad, son un 50% más
altos en América Latina que en el promedio de los países de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
¿Cuál es la razón? Muy sencillo.
Los altos costos laborales, respecto a lo que los trabajadores producen, y la
baja inversión en capital humano son factores que favorecen el empleo precario.
Cuando nos referimos a la baja inversión en capital humano lo hacemos desde
casi todas las lecturas, empezando por la capacitación y entrenamiento especializado
hasta la inclusión laboral propiamente dicha.
Impulsar el trabajo formal y una
trayectoria laboral de éxito para los trabajadores son la clave para el
crecimiento. Todos quieren transitar por ese camino, pero cuesta y cuesta
mucho.
El Banco
Interamericano de Desarrollo presentó un diagnóstico detallado sobre los
mercados de trabajo de América Latina y el Caribe que ofrece recomendaciones
sobre políticas laborales para atajar la informalidad y potenciar la
productividad de la región.
El estudio
apunta a que los costos para formalizar a un trabajador son demasiado elevados
respecto a su productividad. En promedio, formalizar a un trabajador en la
región representa el 39% de lo que producirá. Este factor, junto a una alta
rotación laboral -- sólo dos tercios de los trabajadores de la región
permanecen más de un año en el mismo puesto de trabajo, frente al 85% en los
países de la OCDE – reducen el bienestar y afecta la productividad de la
región. ¡Qué importante dato! Hay dos tipos de rotaciones. Aquella cuando un
trabajador cambia de puesto, pero sigue en la misma organización; y la otra,
cuando deja su empleo para dedicarse a otro en una nueva entidad.
Hay algo
más interesante en la investigación. El estudio además concluye que una
educación de baja calidad y la alta rotación de los trabajadores propician
relaciones laborales muy frágiles, en las que las empresas no invierten lo
suficiente en la formación continua de sus empleados. Así, se perpetúa un
círculo vicioso de empleos de mala calidad y baja productividad del trabajo del
cual es difícil escapar.
En América
Latina y el Caribe, la productividad del trabajo sólo ha crecido un 26.6% desde
1990, un crecimiento lento respecto a zonas como Asia (85.2%), Norteamérica (37%)
o Europa Occidental (31.2%). Somos una región emergente, pero al mismo tiempo
informal.
El estudio
concluye que la política laboral debe enfocarse en lograr una mayor
productividad del trabajo. Para ello, el estudio recomienda adoptar políticas
enfocadas en dos áreas:
La
promoción de empleos formales, a través de más y mejor inversión en servicios
públicos de empleo, mejores programas de capacitación para jóvenes y personas
con dificultades para insertarse en el mercado laboral, mayor protección
durante el desempleo y una fiscalización adecuada.
Una mayor estabilidad laboral y productiva, que
se materialice en más inversión en formación del trabajador, y una regulación
efectiva de los despidos.
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