martes, 10 de noviembre de 2015

EL DESARROLLO LABORAL EN AMÉRICA LATINA

Por CÉSAR SÁNCHEZ MARTÍNEZ
 ARTÍCULOS  ¿Cuánto cuesta formalizar a un trabajador en América Latina? ¿Cuánto vale en Perú o Chile? ¿Cómo salir de la informalidad laboral? Estas interrogantes merecen respuestas concretas y urgentes para alcanzar el desarrollo social que las naciones de América Latina como región emergente requieren. Se afirma que los costos salariales y no salariales, en relación a la productividad, son un 50% más altos en América Latina que en el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
¿Cuál es la razón? Muy sencillo. Los altos costos laborales, respecto a lo que los trabajadores producen, y la baja inversión en capital humano son factores que favorecen el empleo precario. Cuando nos referimos a la baja inversión en capital humano lo hacemos desde casi todas las lecturas, empezando por la capacitación y entrenamiento especializado hasta la inclusión laboral propiamente dicha.
Impulsar el trabajo formal y una trayectoria laboral de éxito para los trabajadores son la clave para el crecimiento. Todos quieren transitar por ese camino, pero cuesta y cuesta mucho.
El Banco Interamericano de Desarrollo presentó un diagnóstico detallado sobre los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe que ofrece recomendaciones sobre políticas laborales para atajar la informalidad y potenciar la productividad de la región.
El estudio apunta a que los costos para formalizar a un trabajador son demasiado elevados respecto a su productividad. En promedio, formalizar a un trabajador en la región representa el 39% de lo que producirá. Este factor, junto a una alta rotación laboral -- sólo dos tercios de los trabajadores de la región permanecen más de un año en el mismo puesto de trabajo, frente al 85% en los países de la OCDE – reducen el bienestar y afecta la productividad de la región. ¡Qué importante dato! Hay dos tipos de rotaciones. Aquella cuando un trabajador cambia de puesto, pero sigue en la misma organización; y la otra, cuando deja su empleo para dedicarse a otro en una nueva entidad.
Hay algo más interesante en la investigación. El estudio además concluye que una educación de baja calidad y la alta rotación de los trabajadores propician relaciones laborales muy frágiles, en las que las empresas no invierten lo suficiente en la formación continua de sus empleados. Así, se perpetúa un círculo vicioso de empleos de mala calidad y baja productividad del trabajo del cual es difícil escapar.
En América Latina y el Caribe, la productividad del trabajo sólo ha crecido un 26.6% desde 1990, un crecimiento lento respecto a zonas como Asia (85.2%), Norteamérica (37%) o Europa Occidental (31.2%). Somos una región emergente, pero al mismo tiempo informal.
El estudio concluye que la política laboral debe enfocarse en lograr una mayor productividad del trabajo. Para ello, el estudio recomienda adoptar políticas enfocadas en dos áreas:
La promoción de empleos formales, a través de más y mejor inversión en servicios públicos de empleo, mejores programas de capacitación para jóvenes y personas con dificultades para insertarse en el mercado laboral, mayor protección durante el desempleo y una fiscalización adecuada.
Una mayor estabilidad laboral y productiva, que se materialice en más inversión en formación del trabajador, y una regulación efectiva de los despidos.

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